Día 1:
Padre adoptivo de Jesús. Escogido por el Eterno Padre con amor previsor y
gratuito, para ser custodio y defensor de Jesús, tú, oh San José, entras
plenamente en el proyecto de la
Salvación, según las promesas hechas por Dios al pueblo
hebreo. Ayúdame, San José, a leer hoy, con amor, el Evangelio que describe la
genealogía de Jesús.
Día 2:
Custodio de Jesús. Durante la vida terrena de Jesús, tú, oh San José, no te has
preocupado de hacer cosas grandes sino de hacer bien la voluntad de Dios,
también en las cosas más sencillas y humildes, con mucho empeño y amor.
Enséñame San José la prontitud en buscar y realizar la voluntad de Dios.
Día 3:
Esposo de la Madre
de Dios. Después de la perturbación inicial, oh San José, tu “sí” a la voluntad
de Dios fue claro y preciso, aceptando a María como Esposa. Entonces, por ti,
Jesús entró en la genealogía de David con pleno derecho delante de la ley y de
la sociedad. Te confiamos, oh San José, a todos los padres para que siguiendo
tu ejemplo acepten en el seno materno el don inestimable de la vida humana.
Día 4:
El hombre del silencio. Te acostumbraste al silencio, oh San José, estando con
Jesús y María. La casa de Nazaret era un templo y ¡en el templo, sobre todo, se
reza!.Enséñame, oh San José, a dominar mi locuacidad y a cultivar el espíritu
de recogimiento.
Día 5:
El hombre de fe. Más que Abraham, a ti, oh San José, te tocó creer en lo que es
humanamente impensable: la maternidad de una virgen, la encarnación del hijo de
Dios. Fortalece, oh San José, a quien se desanima y abre los corazones para
confiar en la Providencia
de Dios.
Día 6:
El hombre de la esperanza. En la persona de Jesús, oh San José, tuviste la
garantía del cielo y, por lo tanto, siempre estuviste lleno de profunda paz
interior. Aumenta, oh San José, mis motivos para tener coraje, alimenta el
aceite para mis lámparas.
Día 7:
El hombre del amor a Dios. Oh San José, tú diste pruebas de amor a Dios
cuidando amorosamente a Jesús en vida escondida y en profunda sintonía con la
voluntad de Dios. Enséñame oh San José, a amar a Dios con todo mi corazón, con
toda mi mente y con todas mis fuerzas.
Día 8:
El hombre de la acogida. Oh San José, diste ejemplo de espíritu de acogida en
la afectuosa ternura con tu esposa, en los servicios prestados a la gente,
buena o mala, y estando siempre al lado de Jesús, el salvador de las almas. Oh San
José, ¡Que yo descubra aquellos gestos que me hacen imagen viva de Dios amor,
los gestos de acogida y de paz, los gestos de disponibilidad y de dedicación incondicional!
Día 9:
El hombre del discernimiento. Con los ojos del alma, oh San José, ordenaste tu
vida de piedad, tu trabajo, tu alimento, tu reposo, tus pensamientos más
profundos, tus afectos, tus juicios, tus intenciones en el obrar. Ayúdame oh
San José, a avanzar en las virtudes por la acción del Espíritu Santo que
renueva la vida de las personas y de las comunidades.
Día 10:
El hombre de la docilidad. Santo Tomás define la docilidad como atención
constante y deferente a las enseñanzas de los sabios. Tú, oh José, fuiste
siempre muy dócil a las enseñanzas de Jesús y de María, su Madre. Aleja de
nosotros oh San José, la presunción, la tonta estima de mis opiniones, la
obstinación de seguir mis ideas.
Día 11:
El hombre de la entrega. Tú oh San José, no perdías tiempo en cosas vanas e
inútiles y no obrabas con disgusto o mala gana. Ayúdame oh San José, en la
oración, a no permitir que mi alma, se quede dormida y alcánzame una habitual
disposición y fervor en mi vida.
Día 12:
El hombre de la simplicidad. Esta virtud oh San José, hacía parte de tu
carácter y cada día más se perfeccionaba por el desapego de las criaturas.
Ayúdame oh San José, a desear y gustar solamente a Dios y a despegarme de todo
lo que no sirve para mi vida espiritual.
Día 13:
El hombre de la confianza. Tu seguridad oh San José, estaba en adherir a la
voluntad de Dios como se manifestaba día tras día. Haz oh San José, que
nosotros tengamos la seguridad de quien confía en Dios y que en cualquier
situación, aunque adversa, estemos en sus manos.
Día 14:
El hombre de la paz. Tú, oh San José, fuiste el custodio de aquel que trajo la
paz al mundo, que predicó el amor, la fraternidad y la unidad y proclamó”
felices los que trabajan por la paz”. Oh San José, ayúdame a promover la paz en
el ambiente donde yo vivo y trabajo.
Día 15:
Ejemplo de humildad. ¡ Como te sentías pequeño a tus ojos, oh San José!, ¡Como
amabas tu pequeñez!. No hiciste milagros y mantuviste tu vida tan escondida que
casi nada sabemos de ella. Ayúdame, oh San José, a huir de las alabanzas y de
la gloria humana. Haz que encuentre gusto en vivir escondido y en relativizar mis
intereses personales.
Día 16:
Ejemplo de fortaleza. Sin duda, oh San José, tu fortaleza alcanzó un grado de
perfección muy elevado. Ella se manifestó especialmente en el soportar con
serenidad el exilio en Egipto y la dureza del trabajo de cada día. Ayúdame oh
San José, a no desfallecer frente a las tentaciones, fatigas y sufrimientos.
Día 17:
Ejemplo de obediencia. Tu obediencia, oh San José, fue admirable, especialmente
cuando tuviste que huir a Egipto, luego de una orden delante de la cual habías
tenido tantas razones para no realizar. Aleja de mí, oh San José, todas las
excusas que mi egoísmo plantea para no cumplir la voluntad de Dios.
Día 18:
Ejemplo de justicia. Viviendo alejado de las cosas del mundo, oh San José,
practicaste siempre la virtud de la justicia especialmente a través de tu
trabajo de carpintero. Y ¡qué respeto tuviste para con el Rey y la Reina del Cielo! Alcánzame,
oh San José total pureza de intenciones y de corazón y plena adhesión a Dios y
a su voluntad.
Día 19:
Ejemplo de prudencia. Tu prudencia, oh San José, se manifestó en el desapego
del mundo, en la castidad, en la pobreza, en tu espíritu de pobre y en la
dedicación al trabajo de cada día. Haz, oh San José, que yo no haga nada sin
antes confirmarme: “que sirve esto para la eternidad”.
Día 20:
Ejemplo de pobreza. Tú, oh San José, viviste la pobreza voluntaria, sufriste
las privaciones y las incomodidades de la pobreza, pero no quisiste cambiar tu
condición por ningún tesoro de este mundo. Obtenme, oh San José, la gracia del
desapegarme de las riquezas y de desear únicamente los bienes eternos.
Día 21:
Ejemplo de gratitud. Nadie después de tu Esposa, oh San José, recibió tanto
como tú, de la bondad de Dios. En tu justicia dabas gracias a Dios
continuamente. Veías solo a Dios, pensabas sólo en Dios; no obrabas sino por
ÉL. Haz, oh San José, que yo tenga verguenza de mis ingratitudes y que tenga
valentía de humillarme delante de Dios.
Día 22:
Ejemplo a los obreros. Como cada uno de nosotros, también tú, oh San José,
probaste la fatiga, y el cansancio del trabajo de cada día. Ayúdame, oh San
José, a redescubrir la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y de desarrollarlo
con entusiasmo para el bien de todos.
Día 23:
Ejemplo de la misión. Oh, San José, ¡Que gran amor tuvistes por las almas!
¡Cuantas oraciones hiciste para su salvación! ¡Y todo eso inspirado por Cristo
que habría de morir por la salvación del mundo! Haz, oh San José, que yo pueda
con la palabra y con la vida, ayudar al hombre de hoy a encontrar a Jesús, la Palabra que da respuesta
definitiva a todas las preguntas esenciales del hombre.
Día 24:
Custodio de la virginidad. La Voz
del Espíritu Santo encontró en ti, oh San José total acogida, porque tu vida fue
llena únicamente de Dios y tu fuerza fue sólo el amor que tuviste para Él. Haz,
oh San José, que yo deje mis caminos y siga sólo a Dios que me llama a
participar de su vida, y que tenga fuerza de hacer fructificar sus dones.
Día 25:
Consuelo de los que sufren. Oh San José, toda tu vida estuvo marcada por el
sufrimiento: exilio, trabajo, pobreza. Pero tu corazón era feliz y tu alma
siempre serena. Ayúdame oh San José, a darme cuenta de que la vida eterna y no
el dolor, es la verdadera vocación del hombre. Presérvame ahora y siempre del
llanto de los que no tienen esperanza.
Día 26:
Esperanza de los enfermos. En tu vida, oh San José, no todo fue claro y fácil
de comprender. Sin embargo supiste encontrar tu misión única e irrepetible en
la historia. Te ruego, oh San José, consolar hoy a todos los que están
afligidos por la enfermedad. Llena sus días de personas amigas y
desinteresadas.
Día 27:
Patrono de los moribundos. Tú, oh San José, tuviste la suerte de morir asistido
por Jesús y tu esposa María. Tuviste siempre presente en tu vida la meta final
o sea el cielo, con la certeza de alcanzarla; siempre atento a tu interioridad
y dedicado a la contemplación. Ayúdame, oh San José, a pensar a menudo en el
cielo donde todos somos invitados al banquete eterno.
Día 28:
Amparo de las familias. Oh, San José, la Escritura afirma que a tu lado y de María, Jesús
“crecía en edad, sabiduría y gracia”. Te ruego, oh San José, que los niños
encuentren en la familia el ambiente ideal para desarrollar el amor y asumir
los verdaderos valores.
Día 29:
Modelo de vida doméstica. Oh, San José, en la Familia de Nazaret
asumiste plenamente tu responsabilidad con espíritu de colaboración y de
humildad evangélica. Haz, oh San José, que los padres sepan unir todas las
potencialidades del amor humano a las de una sana y adecuada espiritualidad.
Día 30:
Terror de los demonios. Oh, San José, fortificado por la presencia y el
recuerdo de Jesús has podido vencer siempre cualquier ataque a tu fe por parte
del demonio. Limpia, oh San José, mi corazón y mi mente de toda maldad para que
sea un cristiano lleno de vida redimido por la sangre de Cristo.
Día 31:
Patrono de la
Iglesia Universal. Oh, San José, por la misión que te fue
confiada a la iglesia de Cristo haciendo que camine siempre en la verdad y el
amor para ser luz del mundo. Guía oh, San José, a la Iglesia de Cristo en el
camino de la santidad para que sea siempre más eficaz y alegre anunciadora del
Evangelio.